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miércoles, 19 de mayo de 2010

EL MÁS APTO de Renate Mörder


El animal grande se come al chico y el más apto sobrevive siempre. Quién desconoce las leyes de la naturaleza y se aventura a desafiar a quién puede comérselo es un idiota.
Joe Farell paseo su gruesa silueta por la estancia como quién camina por un escenario y luego se acercó a la silla en donde estaba maniatado y amordazado su chofer. Lo observó con sorna:
- Primero te acuestas con mi mujer y ahora te meas en la alfombra.
El chofer ni lo miró. Los “empleados” de Joe festejaron la ocurrencia. Una pelirroja de aspecto vulgar observaba espantada la escena.
- Míralo – le dijo Joe a su mujer- seguro que ya no te gusta tanto ¿No?
Los ojos de Diana Farell enfocaron el rostro amoratado de su amante.
- Le rompimos la nariz, le bajamos unos cuantos dientes, le fracturamos algunos huesos -continuó Joe- nada grave, va a vivir y tu podrás irte con él…
La mujer lo interrumpió alarmada:
- Yo no quiero irme con él, yo te amo. Te ruego que no me obligues a irme con este perdedor.
El gordo sonrió satisfecho y dejó que ella se arrojara a sus pies.
- Te revolcaste con él, te vas con él.
Ella comenzó a llorar.
-Por Dios Joe, haré lo que sea por permanecer contigo. Este es mi lugar, tú eres mi familia. Aquí está todo lo que me importa, no me obligues a pagar tan caro por mi error.
Joe permaneció en silencio por un lapso que a Diana le pareció una eternidad, finalmente abrió un cajón, tomó una pistola con silenciador y se la entregó a su esposa.
- Si quieres quedarte aquí, tienes que matar a tu chofer. Vamos a dejarte a solas con él, tienes cinco minutos y una bala.
La puerta se cerró y ella quedó sola. No tenía opción, no iba a volver a las calles, no iba a volver a la pobreza. Se acercó al hombre maniatado y sin mirar su rostro, con manos temblorosas apuntó al corazón y disparó. Luego lanzó el arma al suelo y corrió hacia la puerta, la inquietud se apoderó de Diana cuando comprobó que estaba trabada. Su mirada se paseo por todo el maldito sótano, no había otra salida. Recordó la última frase de Joe “Si quieres quedarte aquí, tienes que matar a tu chofer”
- Aquí -repitió alarmada.

Aún retumbaba en su cabeza la frase de Joe, cuando cuatro días más tarde la sacaron de aquel sótano. Estaba desnutrida e impregnada de hedor a muerte, a sangre, a heces. Ella tardó un tiempo en recuperarse físicamente y él tardó un tiempo en perdonarla, luego, todo volvió a ser como antes. Todo, menos la comida que Diana le preparaba a Joe que se volvió cada vez más exquisita, cada vez más rebosante de cianuro.

4 comentarios:

  1. wow!!! muy bueno.
    al final pense que Diana Farell se había rendido ante el impiadoso castigo de su esposo, pero la palabra "cianuro" me dejó más que contenta.
    Excelente cuento!

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  2. Gracias Escarcha
    Será justicia!!!
    jaja
    Renate

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  3. AL FINAL, UNA VENGANZA BIEN "URDIDA"!

    SALUDOS!

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  4. Excelente la fragancia que queda revoloteando. Muy bueno.
    Saludos.

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