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domingo, 8 de agosto de 2010

OLVIDARTE de Renate Mörder


Ana Laura, su mujer, lo había abandonado y él como una sombra se arrastraba por la avenida Corrientes. Eran las dos de la mañana y, a pesar del frio del mes de julio, el hombre llevaba su chaqueta en la mano. Su rostro mutaba entre la pena y la ira. Otra vez estaba solo en la gran ciudad sin un perro que le ladre, sin trabajo, sin amigos, sin mujer. Sumido en un mar de odio, rememoraba una y otra vez frases hirientes y pescaba palabras terribles que lo indignaban. ¿Cómo pudo estar tan ciego? ¿Cómo pudo no ver algo tan evidente? “El cornudo es el último que se entera”. La frase lo devastó, se sintió mareado y se sentó en un banco del Parque Los Andes. La madera estaba húmeda de rocío. Instintivamente intentó pararse pero sus piernas no respondieron. Volvió a sentarse. Miró a su alrededor, no había nadie, sólo los árboles que parecían espectros. El estómago se le revolvió, había tomado demasiado alcohol. Se dobló en dos y vomitó y luego aliviado se enderezó en su asiento. “Ana Laura, hija de puta ¿Cómo voy a hacer para olvidarte?” dijo en voz alta. Un taconeo captó su atención, giró para ver de qué se trataba pero no vio a nadie, volvió a regodearse en su desgracia: “¿Cómo no me di cuenta?”. Otra vez comenzó a resonar el taconeo, el hombre aguardó expectante hasta que una mujer se detuvo frente a él. Lentamente la recorrió con la mirada: tendría unos veinte años, delgada, alta y morocha, luciendo minifalda, medias rotas, blusa escotada y boina a cuadros.
Esperó en vano que ella hablara, que le ofreciera sexo, que le preguntara la hora, que le pidiera dinero. Furioso con el género femenino la insultó: “Puta”. Ella no se inmutó. “Puta” repitió él. La mujer se dio la vuelta y empezó a caminar rumbo a la calle Jorge Newbery. Marchaba rápido por la vereda del cementerio y él se había obsesionado, debía alcanzarla, debía castigarla. El caminar sinuoso de la mujer era como una capa roja ante sus ojos taurinos. Apuró el paso, vio que ella se dirigía hacia una de las puertas del camposanto y sin vacilar la siguió. No tomó conciencia de sus actos hasta que se encontró en un sendero rodeado de tumbas. Un relámpago iluminó el lugar, mármol blanco, tierra negra, flores secas. Desesperado, buscó a la mujer con la mirada y alcanzó a ver como se internaba en el pabellón de los nichos. Recordó la leyenda de la dama de blanco y sintió miedo, miedo de quedarse, miedo de volver. Oscuras sombras parecían moverse hacia él, se arrastraban como animales heridos. Presintiendo su final cerró los ojos y sólo alcanzó a sentir el primer golpe.
Lo encontraron unos empleados al día siguiente, estaba tirado sobre una lápida con la cabeza lastimada y la billetera intacta. No pudo explicar cómo había llegado a aquel sector clausurado del cementerio, pues no recordaba nada. En su documento de identidad estaba su domicilio de Salta. Llevó a su provincia el cuaderno en blanco en que se había transformado su vida y consiguió rearmar su historia. Nunca recordó cómo habían sido sus días en Buenos Aires Para evitar preguntas se inventó una novia a la que había abandonado para volver a su provincia. Cuando le preguntaron cómo se llamaba recordó el nombre que estaba grabado en la lápida donde lo habían hallado aquella fría mañana de julio en el cementerio y sin vacilar contestó “Ana Laura”.

15 comentarios:

  1. ALUCINANTE !!!! ME ENCANTÓ !!!
    ALEJANDRA

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  2. Muy, muy bueno, me esperaba otro final, pero como siempre, me sorprendes.
    Adriana

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  3. Alejandra y Adriana:
    ¡Muchisimas gracias!
    Un beso

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  4. WOW... muy bueno!!!

    esta semana leí la mujer alta de Pedro de Alarcon y ahora este excelente cuento donde también hay una mujer extraña en un cementerio.
    mmmm debe de haber algun mensaje subliminal en todo esto, tendré que ir al cementerio en alguna noche sin luna a esperar y ver que me dicen los fantasmas jajaja

    fuera de broma, muy bueno como siempre Renate!

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  5. Creo que deberías hacerlo, el producto sería una de tus geniales y terroríficas historias.
    Gracias por el comentario, beso gigante!

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  6. Muy bueno, las apariciones mezcladas con alcohol pueden hacer que uno pierda todo el sentido. Me gusto, saludos.

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  7. ¡Querida colega, finísima historia! Muy bien llevada (me encantó la referencia a la capa roja del torero como acicate para el personaje) Y el final, que parece ser inocente, golpea fuerte con el nombre en la lápida.
    Sinceramente, admirable.
    No puedo más que enviarle un abrazo enorme.

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  8. José, gracias! Me alegra mucho que te haya gustado.Se retribuye el abrazo enorme ;D

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  9. EXCELENTE historia!!!
    como siempre publicando muy buen material y no me esperaba ese final tan de película... de verdad que felicitaciones por tu historia!!!

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  10. Excelente el ritmo propuesto para lo narrado, la brevedad, el clima, la tensión como un manojo de flores se desparrama por cada palabra de este relato!!!!

    es muy bueno.

    Te invito a conocer mi blog

    www.elserafodelplata.blogspot.com

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  11. Santiago: Muchas gracias!!!
    Ya mismo paso por tu blog.
    Un beso
    Renate

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  12. llegue aca no se como, lei esto no se porque y me gusto mucho. Saludos

    http://kirchnerista.blogspot.com/

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