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domingo, 16 de enero de 2011

EN CASA AJENA de Renate Mörder


“No está bien meterse en casa ajena” la frase de su madre le retumbaba en la cabeza desde temprano. Maggie respiró hondo, se puso unos guantes y tomó del tablero de la cocina las llaves de la casa de Inés, su vecina. Había planeado todo minuciosamente. Era cuestión de minutos: entraba, buscaba la computadora, bajaba las fotos en un pendrive y volvía sana y salva. Dudó antes de salir de su propio departamento pero de inmediato se dio ánimo. Ése era el preludio a su libertad, la posibilidad de sacar a su marido de su casa y de su vida. Recorrió el pasillo sin hacer ruido. Eran dos departamentos por piso. Es que con Inés lo compartían todo: El piso quince, el marido y, felizmente, la mujer que les hacía la limpieza. Mientras ingresaba al departamento de su vecina se dijo que tenía que comprarle algo a su mucama, pues de no haber sido por ella, nunca hubiera sabido nada de fotos ni de cuernos.

La casa de Inés estaba encantadora como siempre, impecable como ella. Maggie la insultó por lo bajo e intentó concentrarse en la búsqueda de la computadora. No estaba en el living, ni en el comedor, ni en la biblioteca, ni en la cocina. Empezó a impacientarse. Con desagrado penetró en el dormitorio. Miró con odio la enorme cama de hierro de estilo romántico. Era una suite como la de ella, pero estaba decorada con buen gusto. Sintió furia y un calor que la sofocaba hasta ahogarla. Abrió la ventana. Un fuerte viento refrescó su rostro y cerró violentamente la puerta del dormitorio. Cerró la ventana. La computadora portátil estaba ahí sobre la mesa. Se precipitó sobre ella y consternada comprobó que no tenía la batería puesta. Comenzó a buscarla pero en el dormitorio no estaba. Accionó el picaporte de la puerta recientemente cerrada por el viento, pero se había trabado. “Ahora sí que la hice bien” dijo en voz alta. Estaba encerrada, y no había otra salida salvo las ventanas. Intentó abrir de nuevo, tiró de la manija y hasta forcejeó, pero no tuvo éxito. Un coqueto reloj antiguo que estaba sobre una biblioteca, dio las once horas. Maggie recordó que a la una del mediodía, Inés volvía del gimnasio. “¿Qué voy a decirle cuando llegue y me encuentre acá?” Histérica, comenzó a caminar de un lado a otro. Buscó algo que sirviera de destornillador, revolvió los cajones de la cómoda y encontró una pinza de depilar. Trató de meterla en la cerradura, hizo palanca y se le partió en dos. Con furia la arrojó al suelo. Buscó el teléfono, quizás podía llamar a alguien para que la sacara, pero era un aparato inalámbrico y la base tampoco estaba en su lugar. Maggie la imaginó en otro lado de la casa junto con la batería de la computadora. “Mierda” dijo en voz alta. Se sentó sobre la cama, evaluó sus posibilidades: No podía pedir ayuda a nadie, no podía gritar, no podía abrir la puerta y no podía colgarse de la ventana de un piso quince. La única persona que iba a poder sacarla de ahí era Inés. Levantó la pinza rota del suelo y comenzó a poner todo exactamente en su lugar y a buscar el escondite apropiado. De seguro Inés iba a buscar  un cerrajero. “En cuanto abra la puerta y se descuide me voy, y acá no pasó nada”. El balcón no servía, pues el ventanal que comunicaba con él se cerraba y abría desde adentro. El baño era un lugar demasiado obvio. Se dirigió al placard pero estaba tan repleto de cosas que era imposible introducirse en él. Se tiró al suelo, y probó de meterse debajo de la cama. Entraba perfectamente y con el aparatoso acolchado Inés no la iba a ver. Encendió el televisor sin voz y se miró una novela. Una menos cuarto se metió bajo la cama. El reloj dio la una y luego las dos. Acalambrada y dispuesta a enfrentar a Inés, salió de debajo de su escondite. “Al diablo con todo, cuando venga le digo a qué vine y qué pienso de las tipas como ella”.

Volvió a encender la tele, el reloj dio las tres. Se sirvió chocolates de una caja que había en la mesa de luz. Los imaginó a los dos en la cama comiéndolos, se metió dos en la boca y encabronada, se fue al baño. La puerta estaba trabada “Me cago en las malditas puertas de esta casa” dijo mientras le propinaba una fuerte patada. La puerta cedió y Maggie cayó de bruces sobre el frío mosaico del baño. Desde su puesto pudo ver la mano inerte que salía de la bañera. Tardó un poco en atreverse a mirar el cuadro completo. Inés estaba muerta, sumergida en un baño de sangre. Sin poder soportar las ganas de orinar, se sentó en el inodoro con los ojos cerrados. El ruido de alguien que accionaba la manija de la puerta trabada del dormitorio la alertó. Como disparada por una flecha, salió del baño. La voz de su marido se oyó desde el otro lado:

- Inés, por favor, abrí la puerta. La voy a dejar, te juro que la voy a dejar. Te amo ¡Inés! Abrí o voy a tirar la puerta abajo.¡Inés!

Maggie no emitió sonido alguno. Apagó el televisor y se metió debajo de la cama. Esperó pacientemente a que él embistiera la puerta y se dirigiera al baño y luego corrió hacia el pasillo, atravesó a toda velocidad el hall del piso quince y entró en su departamento. Se quitó los guantes, colgó las llaves en el tablero de la cocina y guardó su pendrive; después tomó el teléfono y discó 911 “Vengan pronto –dijo con voz desesperada- que hay un intruso en el departamento de mi vecina”.

15 comentarios:

  1. Mientras llueve en Buenos Aires, me deleito leyendo tu post. Lograste mantener un climax de tensión impresionante. Excelente final. Un beso enorme Renate!

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  2. excelente !!!
    .... y bien ambientado musicalmente.

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  3. Bee:
    Gracias por pasar y por la buena onda que derrochas siempre.Un besito.

    Pirin:
    Gracias amigo, me alegra que te haya gustado. Se aceptan sugerencias musicales para el blog.
    Besos

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  4. me ha encantado!!!
    excelente manera de hacerlo pagar por el engaño.
    SALUDOS RENATE

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  5. muy bueno, excelente historia y muy bien contada, me quedé con ganas de mas.

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  6. Simpático y entretenido.
    Muy lindo.
    Ceci

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  7. Escarcha, Juan y Ceci: Muchas gracias por pasar y por los comentarios. Un beso ;D

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  8. Muy bueno, muy bien llevado, me encantó.....!!!!!!!

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  9. Muy bueno, me gustó la sensación permanente de suspenso que generas, me gustó..!!1

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  10. buenísimo!!!
    y comparto las opiniones, esa sensación permanente de suspenso, y el final...impecable :)

    un abrazo

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  11. Queridos Peregrino, Adriana y Claudia:
    Mil gracias por pasar a visitarme y por sus comentarios. Besos ;D

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  12. ¡Qué buen ritmo! El relato atrapa y encanta.

    Después de todo, está muy bien meterse en casa ajena. :)

    Saludos.

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  13. Andres: Que bueno que te haya gustado, Muchas gracias, un abrazo.

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  14. Simplemente genial
    un relato lleno de intensidad,un pulso al filo, al borde. todo muy oscuro.

    realmente agradezco tu invitacion
    me encanto leer algo con tanta virtud literaria
    saludos

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