“Seis huevos, doscientos gramos de azúcar, doscientos gramos de harina, cuatro cucharadas de chocolate rallado, media cucharadita de bicarbonato, dos cucharaditas de polvo de hornear y raticida en polvo a gusto”. Norma sonrió. “Ahora el relleno: nueces y dulce de leche de repostería realzado con raticida en polvo a gusto y luego la cobertura de chocolate con copos de crema chantilly coronados con cerezas al marraschino”
La mujer guardó la torta en la heladera y se dirigió a su dormitorio. Se quitó la ropa y se detuvo frente al espejo. Desapasionadamente observó el muestrario de moretones violáceos que le había provocado su marido. Sonó la campanilla del teléfono y de mala gana atendió.
- ¿Ya estás lista? –preguntó su verdugo con impaciencia- Mirá que en diez minutos estoy allá.
- Ya estoy lista –mintió ella.
Su marido cortó la comunicación y Norma con urgencia se vistió con un vestido que ocultaba su vergüenza, se maquilló, se soltó el pelo, se fingió esplendida. Cuando él llegó, estaba en la acera, como un maniquí sonriente. El hombre complacido le abrió la puerta del automóvil.
-¡Qué linda es mi mujer!
Norma sonrió falsa y le acarició la pierna.
-Te tengo una sorpresa – dijo sugestiva.
Él la miró embobado.
- ¿Por qué no serás siempre así?
Permanecieron en silencio. No tardaron mucho en llegar al lujoso restaurante. La velada se desarrolló como tantas otras, con él presumiendo ante sus amigos y ella callando y sonriendo. Pero esta vez con una sonrisa genuina, con la alegría de saber que pronto no escucharía más la cruel voz.
A las dos de la madrugada volvieron a la casa, él como siempre, un poco borracho. Descendió del automóvil y, medio tambaleante, caminó hacia la casa pero se detuvo de pronto al ver la puerta abierta. Ingresó cauteloso y se encontró con un panorama devastador: se habían llevado electrodomésticos, dinero, joyas, cuadros, habían vaciado el contenido de alacenas y placares. Norma presintiendo la llegada del tsunami de violencia se alejó y fue directo a la cocina. Sobre la mesa estaba el plato de la torta, vacío. Horrorizada comprobó que los ladrones se habían comido su pasaje a la libertad. Como un condenado a muerte al que le dicen que falló el último pedido de indulto, Norma se dejó caer sobre una silla y sintió como la desolación era reemplazada por el odio. La mano de su verdugo descendió sobre su cabello, la levantó en vilo y la arrojó contra una pared.
- Seguro que dejaste la puerta mal cerrada, idiota, idiota.
Ella resignada se acurrucó en el suelo para poder soportar el aluvión de golpes y patadas, pero esta vez ni siquiera le dolieron, porque la rabia contra los ladrones pudo más: "Bastardos, muertos de hambre, hijos de puta".
La mujer guardó la torta en la heladera y se dirigió a su dormitorio. Se quitó la ropa y se detuvo frente al espejo. Desapasionadamente observó el muestrario de moretones violáceos que le había provocado su marido. Sonó la campanilla del teléfono y de mala gana atendió.
- ¿Ya estás lista? –preguntó su verdugo con impaciencia- Mirá que en diez minutos estoy allá.
- Ya estoy lista –mintió ella.
Su marido cortó la comunicación y Norma con urgencia se vistió con un vestido que ocultaba su vergüenza, se maquilló, se soltó el pelo, se fingió esplendida. Cuando él llegó, estaba en la acera, como un maniquí sonriente. El hombre complacido le abrió la puerta del automóvil.
-¡Qué linda es mi mujer!
Norma sonrió falsa y le acarició la pierna.
-Te tengo una sorpresa – dijo sugestiva.
Él la miró embobado.
- ¿Por qué no serás siempre así?
Permanecieron en silencio. No tardaron mucho en llegar al lujoso restaurante. La velada se desarrolló como tantas otras, con él presumiendo ante sus amigos y ella callando y sonriendo. Pero esta vez con una sonrisa genuina, con la alegría de saber que pronto no escucharía más la cruel voz.
A las dos de la madrugada volvieron a la casa, él como siempre, un poco borracho. Descendió del automóvil y, medio tambaleante, caminó hacia la casa pero se detuvo de pronto al ver la puerta abierta. Ingresó cauteloso y se encontró con un panorama devastador: se habían llevado electrodomésticos, dinero, joyas, cuadros, habían vaciado el contenido de alacenas y placares. Norma presintiendo la llegada del tsunami de violencia se alejó y fue directo a la cocina. Sobre la mesa estaba el plato de la torta, vacío. Horrorizada comprobó que los ladrones se habían comido su pasaje a la libertad. Como un condenado a muerte al que le dicen que falló el último pedido de indulto, Norma se dejó caer sobre una silla y sintió como la desolación era reemplazada por el odio. La mano de su verdugo descendió sobre su cabello, la levantó en vilo y la arrojó contra una pared.
- Seguro que dejaste la puerta mal cerrada, idiota, idiota.
Ella resignada se acurrucó en el suelo para poder soportar el aluvión de golpes y patadas, pero esta vez ni siquiera le dolieron, porque la rabia contra los ladrones pudo más: "Bastardos, muertos de hambre, hijos de puta".
¡Muy bueno Renate.......!!!!!! y que actual en todos, todos los aspectos......!!!!!!!!! Mis más sinceras felicitaciones...!
ResponderEliminarBuenísimo Renate, es admirable como reflejas tantos sentimientos en un relato tan corto. Felicidades. SISSI
ResponderEliminary ella que lo había planeado todo!!!!
ResponderEliminarseguramente no faltará oportunidad de realizar otro postre especial para él!
un saludo Renate
Muy buen relato. MUy vívida la violencia que describiste.
ResponderEliminarMuy bueno el blog !!!
Oh Renate! Me impresionó la manera en que describiste el martirio de esa mujer! Excelente texto amiga! Felicitaciones! Un beso enorme!
ResponderEliminarQueridos amigos:
ResponderEliminarMe alegra que les haya gustado, muchisimas gracias por pasar, por las felicitaciones y por los comentarios.
Besos!
Renate
Extraordinario como siempre Renate!
ResponderEliminarUn placer pasear por su mundo!
muy bueno... pobre mina. saludos.
ResponderEliminarRenate: Me asomo a tus letras y te dejo un abrazo.
ResponderEliminarCada año , sólo se conocen las cifras de aquellas que no tienen para preparar un pastel pasaporte a la libertad, no sólo hay huellas visibles , están las más profundas, esas que dañan y rajan el alma y transitan en opaco silencio.
Te leo
Saludos desde Chile
Rossana
Excelente relato ya que me llena de indignación lo doloroso de su historia. Me encantó haberte descubierto.
ResponderEliminarAdriana,Mercader y Rossana:
ResponderEliminarGracias por asomarse.
Un abrazo.
Hola Claudio:
Gracias por venir.
Bienvenido. Un beso ;)
Maldita inseguridad... ya me relamía sola esperando q el hijo de puta ese se comiera toda la torta!! Como siempre, impecable final.
ResponderEliminarJajaja me hiciste reir Anita. Me encanta que hayas pasado, te mando un gran beso.
ResponderEliminarinteresante vision
ResponderEliminardos violencias conviven
dos inseguridades
y lo peor de todo, el acostumbramiento a vivir con todo ello.
la resignacion
Tal cual Danilo, muy bueno tu análisis. Mil gracias por el comentario. Un abrazo
ResponderEliminarMuy buen relato, me gustó mucho el ritmo que le diste y la cadencia de las frases...
ResponderEliminarGracias por tu mimo en mi blog, me ha gustado mucho el tuyo...
Besos, nos seguimos leyendo
La novia: bienvenida a mi casa,muchas gracias.
ResponderEliminarUn beso ;)
Durísimo, te lo retwittee.
ResponderEliminarEva, muchas gracias ;)
ResponderEliminarSaludos
Me gusta tu pseudoapellido, "asesino" en alemán... va muy bien con el estilo de tu blog.
ResponderEliminarTE-PA-SASTEEE!! DX está buenísimo, quedé pa la "embarrá" :D
ResponderEliminarque buen final! me encantó. saludos!!
ResponderEliminarAl menos tiene la seguridad que esos ladrones no volverán por su casa.
ResponderEliminarLa venganza se sirve en plato frío y por lo visto, no le faltarán razones para volver a intentarlo,bien es cierto que un matrimonio dura hasta que la mujer quiera.
Un relato distinto, diferente y muy actual, ¡felicidades!
Me hago tu seguidora para no perderme ninguno de tus relatos.
Manon, Paula, Sigfrido y Nerim:
ResponderEliminarBienvenidos,gracias por leer y comentar. Un abrazo
que desolador final. yo ya me estaba alegrando por lo que le iba a tocar al cretino de su marido. buen trabajo alterando mis emociones, renate. saludos.
ResponderEliminar"Alterando tus emociones" que fuerte Ludo, gracias por leer. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué fuerza tienen tus narraciones, Renate! Es como si agarraran mi sensibilidad por los pelos y la estrellaran contra una nube de sensaciones a flor de piel. Quien te lee, siente que renace. Besos.
ResponderEliminarHola Luis,que bueno que te gusten mis relatos.Gracias por tan lindo comentario.
ResponderEliminarUn abrazo
como te sigo en twitter,
ResponderEliminarme tomé la libertad
e hice un share a facebook !
Gracias Pirinchin ;D
ResponderEliminarHay gente que realmente tiene mala suerte, Renate!! Muy bueno, queda la esperanza de que la mujer pueda liberarse del maltratador, de una forma u otra.
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