La vieja grúa se extendía hacia el cielo, las aguas turbias del Río de la Plata golpeaban suavemente sobre el desembarcadero. Daniel, sentado en un bar en la rambla de Puerto Madero, lo miraba todo: los docks y las torres, los barcos lujosos amarrados en el club de yacht, los turistas tomando fotos, los oficinistas que pasaban atareados. La Buenos Aires actual que se vislumbraba más allá de los paredones del Puerto le era desconocida, le parecía suntuosa por momentos y mísera por otros. Agradable y hostil. Pero a Daniel nada de eso le importaba, sacó el celular de su chaqueta y miró la hora: si todo estaba bien Alejandra tendría que aparecer en más o menos diez minutos. Ella iba a entrar por la puerta trasera del bar y se iba a poner el uniforme negro con delantal rojo igualito al que tenía la moza que en ese preciso momento le estaba sirviendo el café. ¿Lo reconocería? Posiblemente no, se había esmerado para lucir diferente, estaba más delgado, se había estirado las arrugas de la cara y operado la nariz y, si bien no se veía como un veinteañero, pues el dinero y la cirugía no pueden hacer milagros, lucía mucho más joven que sus cuarenta y tantos años. Ella estaba igual, o por lo menos así se veía en las fotos de su Facebook. Sonrió cínico. ¿Alguien se veía igual que en las fotos de su Facebook? La respuesta la obtuvo de inmediato cuando ella apareció. Sí, podía verse igual o mejor. La observó ir y venir y limpiar algunas mesas y sintió compasión por ella. No había acumulado grasa ni arrugas pero se la veía derrotada, muy distinta de aquella jovencita que se comía el mundo y a todo idiota que pasaba, pero bueno, la cárcel te hacía eso y otras cosas más. ¿Recordaría su voz? Sintió vértigo cuando hizo contacto visual con ella y la llamó. “Si señor” la voz de Alejandra le pareció más grave. “Otro café, por favor” le dijo, la moza se dio media vuelta y desapareció en el interior del bar, no lo había reconocido. ¿Qué hubiera pasado si las cosas hubieran salido como ella quería? ¿Qué hubiera hecho Ale con el dinero? Imposible saberlo. Alejandra se acercó con una bandeja y de forma totalmente impersonal depositó el cortado, un vaso de soda y una galletita de chocolate sobre la mesa.
“Es nuestra única
oportunidad, no puede fallar. Vaciás la caja fuerte, yo me llevo el dinero a
Uruguay, vos te quedás un tiempo para que no sospechen, dentro de un mes o dos renunciás al trabajo.
Nos reencontramos en Montevideo y de ahí a Europa. Ponemos un bar en Ibiza ¿Te
imaginás?”. Él se imaginaba cualquier cosa en ese momento, porque si una mujer
como Alejandra lo amaba, todo era posible. Se recordó mirando en el espejo de
algún albergue transitorio barato la imagen de los dos: Él, gordo, feo,
aburrido, de nariz aguileña y ella flaca, hermosa, sensual, divertida. Había
que pagar un precio por todos esos regalos y él lo pagaba a diario, pero no le
gustaba la idea de robar, no quería.
Ahora Alejandra hablaba
con el empleado que estaba en la caja y miraban y comentaban algo que había
salido en una revista. Ella sonreía y el cajero parecía deshacerse en
atenciones. Daniel sintió una punzada de celos. Maldita manipuladora y yo
maldito idiota ¿Qué carajo hago acá?. “La cuenta por favor” dijo alguien de
otra mesa. Eso hago, pago cuentas. ¿Ella hubiera pagado las cuentas? La mujer
se acomodaba el pelo rubio teñido, provocativa, como había hecho esa vez en una
pizzería de la calle Corrientes. Todavía le dolía recordarlo. Fue unas semanas antes
del robo, el viejo Mauro lo había mandado a hacer unos trámites al centro y él
iba contento pensando que pronto esa vida de mierda que tenía se iba a acabar. Entonces
la vio, tuvo que mirar varias veces y pellizcarse para convencerse de que esa
mujer que se besuqueaba con otro era ella. Herido de muerte la siguió ese día y
otro y otro. A los días siguientes Daniel los recordaba como un auténtico
infierno en el que mientras fingía que todo estaba bien planeaba la traición.
Daniel tomó el celular
y entró en su cuenta de Facebook. Tenía nombre falso "Damian García" y un
montón de amigos que no conocía, la había creado sólo para saber de ella. Miró el
muro de Ale, había posteado música romántica de los años ochenta. ¿Escucharía
música cuando estuvo presa? Nunca supo en realidad a cuantos años la habían
condenado. Diez años atrás él ni siquiera usaba internet y las noticias de un
robo menor en una inmobiliaria de San Isidro no llegaban al sur de Italia.
Quizás si hubiera sabido cómo terminó la historia hubiera sentido menos culpa,
pero bueno las cosas salieron así porque ella quiso que salieran así, Alejandra
lo iba a traicionar, por eso él hizo lo
que hizo, por eso le dio una décima parte del dinero y se guardó el resto y se golpeó
contra la pared como si le hubieran pegado y la denunció. Siempre se preguntó
por qué no lo delató, por qué ella y su amante no lo hicieron cómplice. Nunca
lo supo y probablemente nunca lo iba a saber. Lo único cierto es que él se fue
del país, que hizo dinero, que cambió de cara y que cambió de vida, el resto era fantasía,
ciencia ficción, delirio.
La llamó y pagó la
cuenta. Alejandra recibió la generosa propina con un impersonal “Gracias”. Daniel
se fue y regresó por la noche para el cambio de turno, la esperó y se acercó a
ella, que se detuvo creyendo que le iba a consultar algo. Sin darle explicaciones,
le extendió un maletín con el dinero que él consideraba justo pagar. “Cuenta
saldada” le dijo y luego se alejó caminando de prisa sin siquiera mirar atrás. Alejandra
miró el interior del maletín, lo cerró, corrió hasta la avenida y subió a un taxi.
Me dejó estupefacta!! Y si ella no era Alejandra? Me carcome la duda...
ResponderEliminarMe dejó sin palabras. Una duda...y si ella no era Alejandra?
ResponderEliminarEsa hubiera sido una vuelta de tuerca para el final más que interesante María!
ResponderEliminarGracias por pasar, un abrazo!
Siempre paso,me encanta tu inspiración.
ResponderEliminarMe encantó, me enganchó!!!
ResponderEliminar...no sabía que tuvieras blog... fantástico!!!!! Un besazo!!!!
Gracias Mar!! Me encanta que hayas venido a mi casa. Te mando un abrazo grande!!
EliminarOtro para ti... un descubrimiento que me ha llenado de alegría, e inspirado... gracias siempre a ti... (todo tuyo!!!)
EliminarAbrazos de Mar...
MUY BUENO RENATE!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias Diana, un abrazo!
ResponderEliminarQué poco vengo por aquí, Renate, recién caigo. No es por excusarme, pero es tanta gente que sigue el blog que me pierdo, te lo aseguro, nunca llego a leer ni un 10% de lo que querría.
ResponderEliminarPero aquí estoy y te leí, me encanta cómo armas la trama y cómo finalizas el relato. Creo que ya te lo habrán dicho, pero son textos que piden más letras, hasta podrías intentar un relato largo o novela.
Me gustó mucho, te dejo un fuerte abrazo.
HD
Humberto, muchas gracias por venir a visitarme. Aprecio mucho tus comentarios.Ando detrás de la novela desde hace rato, espero poder concretarla algún día. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, Renate, en reciprocidad a tu visita a mi pirámide, he venido a visitar tu casa. Y, la primera impresión es estupenda. Nada más entrar y abrir la puerta, me encuentro con este increíble relato en el que has manejado los hilos de la trama con pericia de buena tejedora.
ResponderEliminarPero lo que me ha dejado anonadado es que, ahora mismo, ando enfrascado en un relato que lleva por título Cicatrices y que transcurre también en un bar, donde unos de los protagonistas acaba de salir de la cárcel y otro, en este caso otra, de ellos, es la camarera. Me ha encantado la coincidencia, es, como diríamos por aquí: cojonudo, jajaja. Pero hasta ahí las coincidencias, mi ex-presidiario se llama Álvaro, no es ladrón, es un asesino (por circunstancias) y la camarera se llama Margarita.
Estoy de acuerdo con Humberto, es una buena trama para una novela. Prometo volver a menudo, tu prosa engancha. Un saludo desde la vieja España, con la calidez de mi Caribe natal.
Ovidio, muchas gracias! Espero poder leer pronto "Cicatrices". Nos leemos, un abrazo!!
ResponderEliminarUn relato muy fluido y bastante bien hilado...me acerco parco de palabras, disculpa...tengo que leerte más, Renate. Enhorabuena por el esfuerzo imaginativo.
ResponderEliminarDame, muchas gracias por leer y comentar.Un abrazo!
ResponderEliminarHola, acabo de iniciar el proyecto 365: escribir un relato por cada día del año. Si quieres seguirme, mi blog es: http://pepitas-de-oro.blogspot.com.es
ResponderEliminarHay que pagar las cuentas ¡no?. Me resultó muy entretenido
ResponderEliminarMi queridas Renate, soy tu fiel seguidora, y como siempre me sorprenden y maravillan tus cuentos. Gracias.
ResponderEliminarLili, yo también te sigo! Gracias tqm.
ResponderEliminarBesos!