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sábado, 2 de enero de 2016

LO QUE LE PASÓ A LOLA Y ENCARNA de Renate MÖRDER



Encarna y Lola hicieron un pacto con un ángel caído que encontraron en una playa desierta durante unas vacaciones en el Caribe. «Queremos vivir cien años -le dijeron- estar sanas, tener riqueza». El ángel miró a las cincuentonas y sonrió. «Concedido, permaneceréis juntas y se harán realidad todos vuestros deseos» Satisfechas, retornaron al hotel con sus maridos y guardaron el secreto.

El marido de Lola falleció a los dos años en un accidente automovilístico. Como no tenían hijos, ella se mudó a la casa vecina a la de Encarna. No había un día en que Lola no lamentara no haberle pedido al ángel por su marido. Su hermana la hacía callar, le decía que ocupara su vida en algo, que aceptara el destino. Con el tiempo, los hijos de Encarna se fueron a vivir a Australia y su marido enfermó y murió. Diez años después se encontraban juntas y solas, viviendo en casas contiguas. Estaban sanas y eran ricas, pero se aburrían. Buscaron novios que sólo querían su dinero. No encontraron nuevos amigos porque no eran mujeres simpáticas ni sociables. Al final de cada día no había para Encarna nadie más que Lola y para Lola, nadie más que Encarna.

Loa años pasaron como un castigo, nunca se habían llevado bien. Los padres de ambas siempre contaban que cuando Lola nació Encarna quiso ahogarla en la bañera de tan celosa que era. Los defectos y virtudes se profundizaron con los años, los amores y los odios también. Lola, harta de soportar a su hermana, hizo las valijas a escondidas y se fue al Caribe, buscó la playa e invocó al ángel que nunca acudió. Al volver al hotel cruzó a una gitana. Ésta le leyó la mano. «Veo mucho sufrimiento, mata al que te hace sufrir, libérate».

Lola volvió a España, halló a su hermana durmiendo en un sillón de la sala con el televisor encendido a todo volumen, recordó las palabras de la gitana pero no supo si iba a tener el valor de hacerlo. Encarna despertó y comenzó a gritarle, a reprocharle por los días que había faltado de la casa. «Libérate»., la voz de la gitana le retumbó en la cabeza. Fue a la cocina y tomó un cuchillo pero volvió a dejarlo en el cajón, tenía que hallar el momento preciso. Pasaron días hasta que finalmente la oportunidad de liberarse llegó. Aguardó a que Encarna bebiera su copa de cognac, a que su sueño fuera profundo y descargó el cuchillo en su pecho. Encarna, herida, despertó, le arrancó el arma blanca y sin vacilar la degolló. 

Sin ningún remordimiento por la muerte de su hermana, llamó a la ambulancia de inmediato para que le curaran el corte en su pecho. Estaba tranquila, a  salvo,  aún le faltaban muchos años para llegar a los cien. Pero de pronto vio la figura del ángel que desnudo, ojeroso y obsceno la observaba desde arriba de un armario. La vieja se estremeció y el ángel le dedicó una sonrisa bestial, de dientes afilados «Debían permanecer juntas, ese era el trato» le dijo. Encarna vislumbrando su final, trató de decir algo pero las palabras se negaron a salir. El ángel bajó del armario y clavó su dedo índice de uña larga y roñosa en la herida de la vieja. Cuando llegó la ambulancia ya era tarde.


LA NOTICIA:

1 de Enero de 2016 -Titulares del día: 
Una mujer de 91 años mata a su hermana de 86 en Bilbao.


6 comentarios:

  1. Un regalo envenenado, sin duda. Moraleja: no hay que forzar las cosas, todo llega si tiene que llegar y cuando ha de hacerlo.
    Un abrazo, Renate y feliz 2016

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  2. Tal cual Ángel. Gracias por comentar.
    Un abrazo y un muy feliz 2016 para ti.

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  3. Se notaba la maldad de angel caído al ponerles como condición que estuvieran juntas, esas dos hermanas que se odiaban.
    Bien planteado tu relato.

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