Esa noche soñó que deambulaba en el bosque por la noche y la encontraba. Estaba en un claro esperándolo, llevaba un vestido blanco que se transparentaba por la luz de luna. Lo llamaba y él, excitado, avanzaba hacia ella. Ya casi estaba por tocarla, cuando el sonido cruel de la alarma de su reloj despertador lo devolvió a la realidad. Comenzó su día malhumorado. Camino de la universidad, un pordiosero con el rostro desfigurado y problemas en el habla se acercó y le pidió dinero. Stephan, de mala gana, le dio unos centavos y continuó su camino. Recordó que cerca de la estación de tren de Wiehre también había visto un vagabundo con la cara medio destruida, que parecía desvariar e imaginó un incendio en un hospicio o algo así.
Las clases de aquel día se le antojaron aburridas. El recuerdo del sueño de la noche anterior volvía a su mente una y otra vez.
Esa tarde intentó regresar a su casa por el mismo camino de siempre, pero algo lo atraía hacia el bosque. Estaba cerca de Schwabentor, cuando Till, un estudiante que vivía en una casa contigua a la suya, lo rescató y lo regresó al camino habitual. El normalmente silencioso Till estaba muy alterado por un exámen que habían dado esa mañana. Stephan intentó demostrar algún tipo de interés en el problema de su amigo, pero la verdad es que aquel día se sentía muy raro. Estaban por cruzar Dreisamstrasse, cuando se encontró nuevamente con la mujer de sus sueños. Su magnífica cabellera rubia parecía flamear con el viento: “Hermosa” dijo en voz alta sin poder evitarlo. “Pero con novio” agregó Till muy realista. El tipo que la acompañaba ese día, que no era el mismo de la otra vez, se veía tan apuesto como ella. Stephan sintió celos. “Otro afortunado”, pensó.
Esa noche Stephan volvió a soñar con ella, le tocaba los pechos y ella sonreía. Luego hacían el amor, pero mientras fornicaba veía a Till y al vagabundo del mediodía. Su mente se obligó a despertar. Fue hacia la heladera y tomó un trago de agua. Vio que en el reloj daban las 3 am. Se asomó a la ventana, el farol de la calle se movía con el viento. Vio una silueta que avanzaba por la acera y se paraba bajo el haz de luz. Era ella. Se vistió y bajo corriendo las escaleras, pero cuando llegó no había nadie. Sintiéndose un desquiciado, volvió a su apartamento y no volvió a dormirse.
El día siguiente era día de futbol, jugó bien a pesar del cansancio. Comió kebap con sus compañeros de equipo y a eso de las nueve emprendió el regresó a su altillo. Cruzaba el puente sobre el río Dreisam cuando una fina llovizna comenzó a caer. Él se entretuvo colocándose la capucha de su chaqueta, por eso no la vio hasta que prácticamente la tuvo a un metro de distancia. La mujer, vestía un abrigo largo y guantes y se veía preciosa con su cabello mojado. Ella le dijo “Sígueme” y él obediente la siguió. Sin poder quitarle la vista de encima, caminó junto a ella por las calles de Freiburg, sin reparar en otros hombres con los que se cruzaban, que al igual que él sucumbían ante la belleza de la mujer. Se internaron en el bosque y Stephan volvió a recorrer los mismos senderos que en sus sueños. Cerca de un claro, una cabaña derruida los esperaba. Víctima del encantamiento, Stephan no conseguía fijarse en nada que no fuera ella. Junto a un fuego encendido, la mujer comenzó lentamente a desvestirse, dejó a la vista de Stephan unas largas y bien torneadas piernas, unos enormes pechos, un vientre liso, un trasero perfecto. Luego se soltó el pelo que cayó como un manto sobre su espalda. Desnuda y con guantes se acostó sobre una rustica mesa de madera. Stephan se acercó fascinado. Ella le sonreía, él le acarició el suave rostro y la mujer, cariñosa, le tomó la mano. El muchacho sintió como si miles de minúsculos clavos se incrustaran en su palma. Horrorizado, observó su mano ensangrentada. Instintivamente retrocedió, pero ella se le ofrecía, le mostraba sus pechos, lo atraía como una sirena. Sensualmente y sin dejar de mirarlo se quitó los guantes. Como una rosa que deja al descubierto su tallo, descubrió sus brazos cubiertos de diminutas y mortales espinas blancas. “Quítate la ropa y ven” ordenó. Stephan, como un autómata, obedeció, avanzó hacia ella sin notar que en el piso yacía hecho un guiñapo sanguinolento el afortunado del día anterior. La odiosa criatura sonrió triunfante y atacó con saña el rostro y el cuerpo de Stephan. Bebió su sangre como si fuera vino y luego, satisfecha, eructó. A los gritos, llamó al afortunado del rostro cubierto que la acompañaba el fatídico día en que Stephan la conoció. Aquel monstruoso infeliz era su sirviente. Amorosamente el deforme hizo por ella todo lo que la mujer no podía hacer por sí misma. La vistió, la peinó y le puso unos gruesos guantes para que no se lastimara. La dama, sin siquiera agradecer, se retiró a sus aposentos.
Unos días después del encuentro con la mujer de sus sueños Stephan despertó en un hospital. Nadie le creyó cuál había sido el origen de sus heridas. Nadie, salvo otros afortunados como él, que con sus rostros mutilados mendigan por Wiehre.
Inesperado y asombroso texto, Renate! Fue una experiencia alucinante. Me llevaste de la mano y pude recorrer el sinuoso sendero del protagonista. Además, impecable desenlace.
ResponderEliminarSin duda, uno de los mejores relatos que has escrito. Un placer leerte, amiga!
Te dejo mi cariño y toda mi admiración!
Bee.-
Querida Bee:
ResponderEliminarGracias por tu apoyo y buena onda. Es una alegria tenerte como amiga. Un abrazo.
Me resultó exquisito con un "in crescendo" esotérico que entusiasma y atrapa. Felicitaciones Re
ResponderEliminarGracias Osvaldo! Besos
ResponderEliminarExquisito, cómo siempre tus relatos exceden las expectativas del lector. Pienso que sos cómo Gardel, Cada día escribís mejor. Un gran abrazo Oscar Ferrara
ResponderEliminarEres una poeta torturada de lo macabro. Tienes una visión dolorida de la vida. Admiro tus letras pero ojalá que recuperes la esperanza :)
ResponderEliminarEspectacular, con un estilo impecable, nunca dejas de asombrarme!!! Un cuento que me atrapó y con un final extraordinario. Te superas en cada relato.
ResponderEliminarSISSI
Espectacular, con un estilo impecable, nunca dejas de asombrarme!!! Un cuento que me atrapó y con un final extraordinario. Te superas en cada relato.
ResponderEliminarSISSI
exelente me gusta... y tienes diversidad en tus letras.. e historias diferentes.
ResponderEliminarexelente me gusta tienes variacion en tus letras..
ResponderEliminarMuy Bueno Renate! Me encanta como logras esa penumbra constante en tus textos. este particularmente esta entre mis preferidos.
ResponderEliminarSaludos!
Mercader
Oscar:
ResponderEliminarLo de Gardel ¿No será mucho?
Luis:
Esperanzas me sobran ;)
Sissi:
Te quiero mucho amiga, gracias por comentar
Eleonora:
Muchisimas gracias por leerme!
Un abrazo para todos.
tremendo!!! atrapante!!!!
ResponderEliminarme encantan las historias de mujeres asesinas y esta es una de esas que no se olvidan!!!!
saludos Renate
Excelente!! El cuento atrapa hasta el final. Qué bien que creas esa atmósfera de suspense, en que sabes desde la primera línea que algo malo va a ocurrir, y sin embargo llega ese final trágico y de todos modos te sorprendes!
ResponderEliminarUn abrazo.
Queridos Mercader, Escarcha y Sara:
ResponderEliminarMuchas gracias por leer y comentar.
Un abrazo!
Espectacular, no solo me conduces con el relato, sino que se siente la agonía y el sadismo del protagonista, como el dolor se mezcla con el placer soñado y terminas por devolverme a la realidad. Por eso eres mi maestra, cada vez me sorprendes mas.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato. Me gusto la entrada, te felicito una vez mas. Una mezcla de la realidad y lo sonado, algo que nos incita a profundizar e interesarnos mas en la forma que narras tus historias. Nuestros parabienes, exitos. y bendiciones.
ResponderEliminarEn Alemania hay que salir siempre con paraguas porque llueve casi todos los días y hay que tener mucho cuidado con la vampiresas del bosque y no creerse un afortunado porque te haga insinuaciones sexuales, sino terminas siendo una víctima de ellas como Stephan... ;-)
ResponderEliminarabrazo
Wow Renate.....definitifamente un cuento para quedarse.....
ResponderEliminarun abrazo
Un placer disfrutar de tus relatos.
ResponderEliminarUn saludo.
Maripaz
Queridas Angela, Lucrecia y Mery:
ResponderEliminarGracias por venir a visitarme y un beso enorme!
Maripaz y "Parada Cero": Gracias por comentar y bienvenidos :)
Felicitaciones por este cuento. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarAy, la selva alemana Renate, cuanto trastorna.
ResponderEliminarLa historia te atrapa indefectiblemente como la mujer del relato a sus enamorados!!
ResponderEliminarMuy bueno!
Gracias por la invitación a leerte.
Gastón:
ResponderEliminarEspero que con lo del transtorno no te refieras a mi! ;)
Teresa:
Muchisimas gracias.
Un beso
Me ha gustado mucho tu relato, me atrapaste entre tus letras, ahora espero que no te quites los guantes… jajaja. Me gusta tu imaginación. Un bessito
ResponderEliminarMen juro que no es autobiográfico jaja. Te mando un abrazo. Gracias por leer y comentar.
ResponderEliminarMagnífico relato.
ResponderEliminarUn saludo,
Óscar J.
Muy interesante porque va subiendo en intensidad.
ResponderEliminarOscar y Nedda:
ResponderEliminarGracias por venir y por el comentario
Un abrazo
Extraordinario, eres una gran narradora.
ResponderEliminarUn abrazo
Jorge:
ResponderEliminarMuchas gracias.
Un abrazo
Un gran relato. De verdad me ha gustado mucho. Felicidades.
ResponderEliminarUn gran relato. Me ha gustado mucho. Felicidades.
ResponderEliminar"Ojo-cigarro": Bienvenido y gracias por el comentario. Un saludo cordial.
ResponderEliminarMe gusta cuando no sé que esperar, en esta ocasión no falló Renate, me ha gustado mucho esa paradojica situación que lo que creemos fortuna se vuelve infortunio.
ResponderEliminarCeci, gracias por el comentario.
EliminarUn abrazo.