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viernes, 27 de noviembre de 2015

EL REGRESO de Renate MÖRDER


        Los vecinos regresaron, estaban de pie en el jardín y miraban hacia la casa. Llevaban la misma ropa que el día que desaparecieron. Había algo sombrío en sus rostros, algo que me impidió alegrarme o levantar una mano para saludarlos desde mi ventana.  De pronto giraron sobre sus talones y se metieron en su casa. Desconcertado telefoneé a mis padres que estaban de viaje, pero me atendió el contestador, dejé el mensaje: "Soy Gerardo, aparecieron los vecinos, los vi en el jardín, están igual que cuando se fueron". Corté la comunicación y me quedé pensando en la incoherencia de mi última frase, habían pasado casi diez años desde su desaparición y  nadie está exactamente igual después de diez años. 

        Me fui a trabajar. Durante el día intenté encontrarle una lógica al misterio de los vecinos, quizás me había parecido que estaban igual porque los había visto desde lejos. Decidí que al regresar a casa les tocaría el timbre, pero esa noche mis compañeros me llevaron de after office y se hizo demasiado tarde como para socializar. Al día siguiente hablé con mamá, no le pareció raro que hubieran vuelto: "Como nunca se dieron con nadie y eran un poco raros, la gente inventó un montón de estupideces cuando se fueron, pero la verdad es que nunca se supo nada concreto" . Le hablé de mi plan de ir a tocarles el timbre y me sugirió que no molestara a los vecinos. Le hice caso a mamá. Pero esa noche antes de dormirme no pude evitar mirar hacia su casa. Estaban en el jardín sentados sobre el césped, otras personas los acompañaban, formaban un circulo y se tomaban de las manos, espere que sucediera algo en vano, pero parecían rezar y se mantenían casi inmóviles. Los espié hasta que me venció el sueño. 

       Al día siguiente lo comenté con mis compañeros de la oficina, todos compraron de inmediato la hipótesis del misterio y como era viernes organizaron una fiesta en mi casa. El programa incluía cerveza, pizza y avistamiento de vecinos. Íbamos a ser cuatro y ya nada más llegar los primeros dos me planteé lo patético de la reunión. ¿Qué hacía yo con estos losers de mi oficina un viernes por la noche? Observamos la casa vecina y estaba a oscuras y nos pusimos a mirar una sitcom mientras llegaba la pizza y el gordo Paul. Las pizzas llegaron primero y el gordo detrás como si las viniera persiguiendo, traía una película y nos hizo notar un detalle en el que ninguno de nosotros había reparado: esa noche a la una iba a haber un eclipse lunar. Hicimos todo tipo de especulaciones respecto de los vecinos, la ronda, sus amigos y el eclipse. Miramos la película y cada tanto dábamos un vistazo al parque vecino. A la medianoche comenzó a llegar gente a la casa vecina, entraron cinco personas. Una menos diez los vecinos salieron al jardín, otra vez el círculo, otra vez tomados de las manos, como si oraran en  silencio. No sé cual de mis compañeros tuvo la idea de salir. "Nos sentamos también en círculo, los imitamos, alguno va a saltar, alguno va a venir" Me disponía a seguir a mis amigos en su ridícula idea de provocar a los vecinos cuando el teléfono comenzó a llamar, ellos salieron y yo volví a entrar a mi casa. Era mamá que desubicada con el cambio horario, me telefoneaba desde París, maldije para mis adentros porque me perdía el eclipse pero hablé con ella y después con papá quince minutos por reloj. Corté y salí a ver qué había sucedido pero no había nadie ni en mi parque, ni en el vecino. Los automóviles de mis amigos permanecían estacionados frente a la entrada de mi casa y los anteojos del gordo Paul, como testigos mudos habían quedado tirados en el piso. Busqué a mis amigos en vano, nadie cree en mi historia y nadie en el barrio afirma que mis vecinos regresaron.

#WORDVEMBER 25

2 comentarios:

  1. Me están gustando las historias que escribís, tal vez ese círculo desencadena fuerzas extrañas, puertas a otra dimensión, que los vecinos conocían.
    Saludos.

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  2. Me alegra que te gusten, muchas gracias!
    Abrazo

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