#wordvember 10
Gwen se
fue de su casa, anduvo ocultándose en las oscuras calles de su pueblo, esquivó
a los guardias del muro que como sabuesos ávidos de sangre recorrían a diario
la frontera. Las palabras de su madre resonaban en su cabeza: "Hija mía, detrás de los muros, sólo hay
barbarie, reina la violencia y la desolación. Bestias hedonistas satisfacen sus
más bajos instintos. No desprecies por seguir a un hombre tu lugar de
privilegio, el Gran Padre nos bendijo colocándonos en este paraíso, alejándonos
de la suciedad y la lascivia de los bárbaros" Para su madre era fácil
decirlo, ella se había enamorado del hombre correcto. Pero Tobías no era como
su padre, él era un rebelde: se negaba a rendir tributo, a trabajar para el
Gran Padre, a acatar las reglas de la civilización. Llevaba demasiado tiempo
sin verlo, sabía que junto con otros rebeldes disidentes había saltado el muro
y desde entonces ella había empezado a morirse de a poco.
Esa mañana había
dejado de llorar y había decidido ir por él, para salvarlo y salvarse. Armada con
un cuchillo y una tijera cavó un foso en un punto ciego de la muralla y
arrastrándose por debajo cruzó. El guardia del otro lado del muro la tomó de la
mano, le sonrió y la ayudó a incorporarse. "Bienvenida" le dijo cordial
pero ella no se dejó engañar, otra vez las palabras de su madre en su cabeza: "las
bestias son traicioneras, las bestias te querrán engañar", sacó su
cuchillo y lo clavó en el estómago del guardia, después corrió atacando a otros
bárbaros con los que se encontró, varios hombres se lanzaron sobre ella, la
desarmaron y pusieron fin a la carnicería. Gwen quedó tirada sobre el césped
del parque, los enfermeros la sostuvieron por los brazos, las bestias la habían
atrapado, una lágrima rodó por su mejilla, ya no iba a poder salvar a Tobias.
Sugestivo, intenso, me gustó!! si si si
ResponderEliminarGracias Adriana! Un abrazo!
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